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sábado, 24 de octubre de 2009

ORACIÓN “ORACIÓN POR LOS SACERDOTES”


JESÚS INSTITUYE EL SACERDOCIO


ORACIÓN “ORACIÓN POR LOS SACERDOTES”

POR PROF. DR. MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR
MARACAIBO.ESTADO ZULIA.REPÚBLICA DE VENEZUELA.AMÉRICA DEL SUR.
RECOPILADA Y PUBLICADA EN LA RED SÁBADO 24 OCTUBRE DE 2009.

O R A C I Ó N


Padre Nuestro que estás en el Cielo: Para que Tu Nombre sea santificado, Señor, danos sacerdotes. Para que Tu Reino venga a nosotros, Señor, danos sacerdotes. Para que nos comuniquen el pan de la Palabra y de la Eucaristía,
Señor, danos sacerdotes. Para que en Tu Nombre perdonen nuestras ofensas, Señor, danos sacerdotes. Para que nos enseñen a perdonar a los demás, Señor, danos sacerdotes. Para que nos auxilien en nuestra lucha contra las tentaciones, Señor, danos sacerdotes. Para que en el momento de nuestra muerte nos ayuden a vernos libres del mal, Señor, danos sacerdotes según tu corazón. Amen y amen… ( tomado del sitio: univision.com

COMENTARIO

(APLICACIÓN A NUESTRA VIDA)
Quizás muchos se mofen de la institución del sacerdocio y hasta hacen chistes de los curas. Pobre ignorancia Señor. "No hay peor ciego que aquel que no quiere ver". La palabra de Dios es muy clara, cuando Jesús de Nazaret fundó la iglesia universal y única, que es la santa madre iglesia católica, en la roca en la que se transformó Pedro por mandato del Señor. A él se le dieron las llaves de Reino de los Cielos. Del mismo modo Jesús delegó en sus discípulos los poderes de atar y desatar todo aquí en la tierra, recordemos las santas y sabias palabras del Maestro: "lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, a quienes perdonéis los pecados, perdonados quedarán en el cielo". Igualmente delegó en sus discípulos instituir nuevos discípulos con todos los poderes otorgados a los doce. De manera que los sacerdotes son la representación de Jesucristo en la tierra. Ellos han dejado todo para servirle y ocuparse del rebaño, difundiendo su palabra y construyendo la paz, la justicia y el amor, el perdón y la solidaridad, como caminos para llegar a la salvación. La actitud orante de la humanidad, para tener muchos, buenos y santos sacerdotes, además de ser una manifestación cristiana agradable a Dios, constituye también, gracias a nuestras oraciones, la construcción de barreras , de vallas, de muros, tendentes a proteger por intermedio de la divinidad y custodia del Señor, a nuestros sacerdotes, de las tentaciones mundanas, de las debilidades de la carne y de las continuas y frecuentes asechanzas y celadas del demonio. A continuación como parte también de este comentario reflexionemos en lo siguiente: Oh, Jesús, Sacerdote Eterno, Divino Sacrificado, Tú que en un impulso de incomparable amor a los hombres, Tus hermanos, hiciste brotar de Tu Sagrado Corazón el Sacerdocio cristiano, dígnate continuar derramando sobre Tus ministros, los torrentes vivificantes del Amor Infinito. Vive en Tus Sacerdotes, transfórmalos en Ti; hazlos, por Tu gracia, instrumentos de Tu misericordia; obra en ellos y por ellos, y haz que, después de haberse revestido totalmente de Ti, por la fiel imitación de Tus adorables virtudes cumplan, en Tu Nombre y por el poder de Tu Espíritu, las obras que Tú mismo realizaste para la salvación del mundo. Divino Redentor de las almas, mira cuán grande es la multitud de los que aún duermen en las tinieblas del error; cuenta el número de las ovejas descarriadas que caminan entre precipicios; considera la turba de pobres, hambrientos, ignorantes y débiles que gimen en el abandono. Vuelve, Señor, a nosotros por Tus Sacerdotes, revive verdaderamente en ellos, obra por medio de ellos y pasa de nuevo por el mundo, enseñando, perdonando, consolando, sacrificando y renovando los lazos sagrados del amor, entre el Corazón de Dios y el corazón del hombre. Haz, oh Jesús, que la Obra de Tu Amor responda siempre plenamente a los fines para los cuales la quisiste; haz que se extienda y se consolide y conquiste todas las almas al Reino dulcísimo de Tu Amor. Oh, Jesús, he pedido Tu Reino. No es necesario que pida nada para mí, tendré todo el resto por añadidura. Tú conoces lo que necesito; mira y haz lo que Tu Corazón Te sugiera. Yo me confío a Tu Corazón, me abandono en Tu dulce Providencia y, mientras, Te doy gracias por el don de estas horas de intimidad Contigo. Te agradezco desde ya, unido a María, por todos los beneficios que Tu Amor me reserva aún en el tiempo y en la eternidad “Texto tomado del sitio: univision.com

JESÚS INSTITUYE EL SACERDOCIO

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