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viernes, 13 de noviembre de 2009

ARTÍCULO. "LA RIQUEZA NO ES PECAMINOSA SINO SU USO EQUIVOCADO”. ***La riqueza consiste mucho más en el disfrute que en la posesión.Aristoteles.


EL RICO DEBE CONSIDERAR LA POSIBILIDAD, DE SER REALMENTE UN ADMINISTRADOR DE LOS BIENES QUE POSEE,PARA DARLES EL USO QUE NUESTRO SEÑOR DIOS QUIERE.MEGF.


ARTÍCULO. "LA RIQUEZA NO ES PECAMINOSA SINO SU USO EQUIVOCADO”. ***La riqueza consiste mucho más en el disfrute que en la posesión.Aristoteles.

POR PROF. DR. MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR.
MARACAIBO. ESTADO ZULIA. REPÚBLICA DE VENEZUELA. AMÉRICA DEL SUR.
REDACTADA Y PUBLICADA EN LA RED: VIERNES 13 DE NOVIEMBRE DE 2009.

Existe la creencia - - - equivocada- - -de que ser rico es malo y que por esa razón el acceso al cielo para ellos esta denegado. Es de mucha pertinencia recordar y precisar que DIOS NOS QUIERE PROSPEROS, SANOS, ALEGRES,LLENOS DE PAZ Y VIVIENDO CONFORME A SU PALABRA.

A continuación presento algunas notas sobre la posición de nuestra Madre Iglesia Cátolica


Sb 7,7-11: "En comparación con la sabiduría, tuve en nada la riqueza"
Sal 89,12-17:"Sácianos de tu misericordia, Señor, y toda nuestra vida será alegría"
Hb 4,12-13:"La Palabra de Dios juzga los deseos e intenciones del corazón"
Mc 10,17-30:"Vende lo que tienes y sígueme"
I. LA PALABRA DE DIOS
El Evangelio nos presenta a un hombre honrado y piadoso, pero cuyo amor a las riquezas le lleva a rechazar a Cristo.
La persona de Jesús es el bien absoluto que hay que estar dispuesto a preferir por encima de las riquezas, de la fama, del poder y de la salud (1ª lectura). En esto consiste la verdadera sabiduría: al que renuncia a todo por Cristo, en realidad con Él le vienen todos los bienes juntos; todo lo renunciado por Él se encuentra en Él centuplicado –con persecuciones– y además vida eterna. Pero es preciso tener sensatez para discernir y decisión para optar abiertamente por Él y para estar dispuesto a perder lo demás. Porque el que se aferra a sus miserables bienes y riquezas se cierra a sí mismo la entrada en el Reino de Dios.
Conviene revisar hasta qué punto en este aspecto pensamos y actuamos según el evangelio. Pues no basta cumplir los mandamientos; al joven rico, que los cumplió desde pequeño, Jesús le dice: «Una cosa te falta». Ahora bien, Cristo no exige renuncias por exigir o por poner las cosas difíciles. Al contrario, movido de su inmenso amor quiere desengañar al hombre, abrirle los ojos, hacerle que viva en la verdad. Quiere que se apoye totalmente en Dios y no en riquezas pasajeras y engañosas. Quiere que su corazón se llene de la alegría de poseer a Dios. El joven rico se marchó «muy triste» al rechazar la invitación de Jesús a desprenderse. Por el contrario, el que, como Zaqueo, da la mitad de sus bienes a los pobres (Lc 19,1-10), experimenta la alegría de la salvación.
La negativa del muchacho da lugar a la afirmación sobre las riquezas: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!» Sin duda, una de las advertencias que más reiterada e insistentemente aparecen en la predicación de Jesús, es la que encontramos en el evangelio de hoy: las riquezas constituyen un peligro, un estorbo. En pocos versículos, hasta tres veces insiste Jesús en lo muy difícil que es que un rico se salve. Dios, en su infinito amor, llama al hombre entero a que le sirva y a que le pertenezca de manera total e indivisa. Ahora bien, las riquezas inducen a confiar en los bienes conseguidos y a olvidarse de Dios (Lc 12,16-20) y pueden fácilmente llevar a despreciar a los pobres que nos rodean (Lc 16,19ss). Las riquezas hacen a los hombres codiciosos, orgullosos y duros (Lc 16,14), «la seducción de las riquezas ahoga la palabra» de Dios (Mt 13,22); el rico «atesora riquezas para sí, pero no es rico ante Dios» (Lc 12,21). La conclusión es clara: «No podéis servir a Dios y al Dinero» (Mt 6,24). De ahí la advertencia de Jesús: «Ay de vosotros los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo» (Lc 6,24).
«Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras» La extrañeza de los discípulos es porque ellos participaban de la idea de que las riquezas eran señal de la benevolencia divina. Jesús mismo, matizando lo dicho, habla de la esperanza mesiánica de salvación porque «Dios lo puede todo».
II. LA FE DE LA IGLESIA
Nuestra comunión en los Misterios de Jesús (519 – 521)
Toda la riqueza de Cristo "es para todo hombre y constituye el bien de cada uno" (RH 11). Cristo no vivió su vida para sí mismo, sino para nosotros.
Toda su vida, Jesús se muestra como nuestro modelo: él es el "hombre perfecto" que nos invita a ser sus discípulos y a seguirle: con su anonadamiento, nos ha dado un ejemplo que imitar; con su oración atrae a la oración; con su pobreza, llama a aceptar libremente la privación y las persecuciones.
Todo lo que Cristo vivió hace que podamos vivirlo en Él y que Él lo viva en nosotros. "El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido en cierto modo con todo hombre"(GS 22, 2). Estamos llamados a no ser más que una sola cosa con Él; nos hace comulgar en cuanto miembros de su Cuerpo en lo que Él vivió en su carne por nosotros y como modelo nuestro:
"Maestro,¿qué he de hacer…?" (2052 – 2055)
«Maestro, ¿qué he de hacer yo de bueno para conseguir la vida eterna?» Al joven que le hace esta pregunta, Jesús responde primero invocando la necesidad de reconocer a Dios como «el único Bueno», como el Bien por excelencia y como la fuente de todo bien. Luego Jesús le declara: «Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos». Y cita a su interlocutor los preceptos que se refieren al amor al prójimo: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás testimonio falso, honra a tu padre y a tu madre». Finalmente, Jesús resume estos mandamientos de una manera positiva: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mt 19,16-19).
A esta primera respuesta se añade una segunda: «Si quieres ser perfecto, vete, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme» (Mt 19,21). Esta respuesta no anula la primera. El seguimiento de Jesucristo comprende el cumplir los mandamientos. La Ley no es abolida, sino que el hombre es invitado a encontrarla en la Persona de su Maestro, que es quien le da la plenitud perfecta. En los tres evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) la llamada de Jesús, dirigida al joven rico, de seguirle en la obediencia del discípulo, y en la observancia de los preceptos, es relacionada con el llamamiento a la pobreza y a la castidad. Los consejos evangélicos son inseparables de los mandamientos.
Cuando le hacen la pregunta «¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?» (Mt 22,36), Jesús responde: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas». El Decálogo debe ser interpretado a la luz de este doble y único mandamiento de la caridad, plenitud de la Ley.
En efecto, lo de: No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud.
La propiedad privada (2402 – 2406)
Los bienes creados están destinados a todo el género humano. La propiedad privada es lícita para garantizar la libertad y la dignidad de las personas, para ayudar a cada uno a atender sus necesidades fundamentales y las necesidades de los que están a su cargo. Debe hacer posible que se viva una solidaridad natural entre los hombres.
El derecho a la propiedad privada, adquirida o recibida de modo justo, no anula la donación original de la tierra al conjunto de la humanidad. El destino universal de los bienes continua siendo primordial, aunque la promoción del bien común exija el respeto de la propiedad privada, de su derecho y de su ejercicio. La propiedad de un bien hace de su dueño un administrador de la providencia para hacerlo fructificar y comunicar sus beneficios a otros, ante todo a sus prójimos.
El hombre es el autor, el centro y el fin de toda la actividad económica y social. El desarrollo de las actividades económicas y el crecimiento de la producción están destinados a satisfacer las necesidades de los seres humanos. La vida económica no tiende solamente a multiplicar los bienes producidos y a aumentar el lucro o el poder; está ordenada ante todo al servicio de las personas, del hombre entero y de toda la comunidad humana. Los bienes creados por Dios para todos deben llegar a todos, según la justicia y con la ayuda de la caridad.
III. EL TESTIMONIO CRISTIANO
"Desde la profundidad del corazón surge la pregunta que el joven rico dirige a Jesús de Nazaret: una pregunta esencial e ineludible para la vida de todo hombre, pues se refiere al bien moral que hay que practicar y a la vida eterna. El interlocutor de Jesús intuye que hay una conexión entre el bien moral y el pleno cumplimiento del propio destino. Él es un israelita piadoso que ha crecido, diríamos, a la sombra de la Ley del Señor... Siente la necesidad de confrontarse con aquel que había iniciado su predicación con este nuevo y decisivo anuncio: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva»" (Juan Pablo II).
"No hacer participar a los pobres de los propios bienes es robarles y quitarles la vida. Lo que tenemos no son nuestros bienes, sino los suyos" (S. Juan Crisóstomo).
"Hay que satisfacer ante todo las exigencias de la justicia, de modo que no se ofrezca como ayuda de caridad lo que ya se debe a título de justicia" (Concilio Vaticano II).
"Cuando damos a los pobres las cosas indispensables no les hacemos liberalidades personales, sino que les devolvemos lo que es suyo. Más que realizar un acto de caridad, lo que hacemos es cumplir un deber de justicia" (S. Gregorio Magno).

EL VERDADERO PELIGRO DE LAS RIQUEZAS.( SALMO 31 )
ALGUNAS REGLAS Y ACTITUDES QUECONVIENE SABER Y PRACTICAR.

1 Los desvelos del rico terminan por consumirlo y el afán de riquezas hace perder el sueño.

2 La preocupación por el sustento no deja dormir, y priva del sueño más que una grave enfermedad.

3 El rico se fatiga por amontonar una fortuna, y si descansa, es para hartarse de placeres;
4 El pobre se fatiga para vivir modestamente, y si descansa, cae en la indigencia.

5 El que ama el oro nunca podrá ser justo, y el afán de lucro hace extraviar a un hombre.

6 Muchos acabaron en la ruina por culpa del oro y se enfrentaron con su propia perdición,
7 porque el oro es una trampa para los que se enloquecen por él, y todos los insensatos se dejan atrapar.

8 ¡Feliz el rico que se conserva íntegro y no corre detrás del oro!

9 ¿Quién es él? Y lo felicitaremos porque ha hecho maravillas en su pueblo.

10 ¿Quién pasó por esta prueba y demostró ser perfecto? tiene un buen motivo para gloriarse.
¿Quién pudo transgredir y no transgredió, hacer el mal y no lo hizo?

11 Sus bienes estarán asegurados y la asamblea publicará sus beneficios. Ánimo,gozo,alegría…



EL RICO DEBE CONSIDERAR LA POSIBILIDAD, DE SER REALMENTE UN ADMINISTRADOR DE LOS BIENES QUE POSEE,PARA DARLES EL USO QUE NUESTRO SEÑOR DIOS QUIERE.MEGF.

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